martes, mayo 04, 2004

Entran al ruedo dos caballejos semicojos, semiciegos, semituberculosos ensayando una comparsa de indomables ridículos

Iban a los piques porque ya estaban como media hora tarde para el corso de San Miguel. Carnaval de pobres a base de betún, corcho quemado y arpillera. Disfrazadas de manolas o de holandesas, las niñas Dorita, Pola y Hebe parecen tres loros desorejados. El chofer va disfrazado de nada pero por si acaso trae de reserva en la guantera un mascarón chino de cinco guitas.

"Entre croqueta y croqueta, me pongo coqueta" grita Hebe en el clima festivo dentro de la camioneta. Pero ahí nomás el chofer se queda con el pomo de la palanca de cambios en la mano y se estrellan contra una panchería.

Al rato una ambulancia de baja complejidad se los lleva a todo trance a la guardia de un hospital en Carapachay.

Los dejan solos en la sala de espera de la ruinosa guardia bajo un techín de zinc. Notan algo raro, no hay nadie, salvo un olor a quemado, y otras cosas. Y por ejemplo, de las puertas de algo que debiera ser el quirófano, trepan de tanto en tanto, unas sugestivas llamaradas de fuego.

"Por el amor de Dios, ¿qué es esto? ¿una broma de mal gusto? ¿una cámara oculta?" aúlla Pola.

"I don´t think so ", contesta el chofer utilizando por primera vez su inglés que aprendiera chapuceramente en el secundario "Me parece que estamos muertos. Y me atrevería a decir, que estamos esperando en la mismísima sala de espera del Infierno". Para eso, unas nuevas llamaradas carretean sobre la puerta que espeluzna, certificándolo todo.

"Oh la, la, la, ¿y vamos a entrar así con los disfraces?" pregunta Dorita.

Mientras tanto Pola da unas vueltas por ahí, y encuentra una máquina expendedora de café. "¡Mirá vos!, nos podemos tomar un cafecito mientras esperamos..."

Asi Pola sirve cuatro cortados, a los futuros pollos rostizados. El clima amaga a distenderse hasta que con el primer sorbito...

"¡Puagh!, está helado este café!!" dice Hebe.

Hay un silencio.

Finalmente el chofer reflexiona: "Claro, en el Infierno, el café te lo dan frío".



Mark Ryden: niños de ojos grandes, de actitud inquietante y serena a la vez. Es un artista fetiche de las celebridades, viste siempre de negro y se dice que hasta lo que come también es negro.

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