martes, octubre 05, 2004

Teñirse de rubia es ser un poco puta

Monrovia, Liberia, aire caliente como una sopa minestrone. Las tumbas no están llenas aún. Guerrilleros del Frente Patriótico del Sr. Taylor, balean a un perro para comérselo. La puntería no es buena [mucho vino de palmera + anfetaminas]: le pifian al perro, liquidan al dueño. Con esos atuendos militares los rechazarían hasta en el corso de Morón: pelucas de mujer, trajes de novia, boas de plumas, cofias de baño, togas escolares y los infaltables AK-47.

La guerrilla travesti en Liberia toma elementos de las prácticas bisexuales de los witch-doctors [suponemos que Sai Baba ingresa cómodamente en este grupo hermafrodita], de la confusión sexual adolescente, de los ritos de pasaje, y de descabelladas creencias en las que tener dos identidades "confunde a las balas".

El otro elemento es dar miedo en una guerra civil que en 10 años lleva ya 150.000 muertos y 25.000 mutilados. Un joven vestido con ropa de mujer en el campo de batalla pretende dejar en claro: soy capaz de cualquier cosa, soy impredecible. Tan impredescible como una mujer.


"My Bob", un mapamundi de guiños, sangría rojo Trapal.

"Dame un poco de tu acné" - les suplica el fantasma a los perversos colegiales que van a aterrarse de noche al cementerio. Ésta no se la esperaban: el fantomas es Maurice Juvet, haciendo bobsleigh temerario por el hueco de una escalera en espiral. Los traviesos adolescentes de colegio anglo-argentino huyen a la gran carrera y en zig-zag.

- "Voy hacia el Olimpo de mis ensoñaciones" grita, mientras le sale Coca Diet por la nariz.

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