Teñirse de rubia es ser un poco puta
Monrovia, Liberia, aire caliente como una sopa minestrone. Las tumbas no están llenas aún. Guerrilleros del Frente Patriótico del Sr. Taylor, balean a un perro para comérselo. La puntería no es buena [mucho vino de palmera + anfetaminas]: le pifian al perro, liquidan al dueño. Con esos atuendos militares los rechazarían hasta en el corso de Morón: pelucas de mujer, trajes de novia, boas de plumas, cofias de baño, togas escolares y los infaltables AK-47.
La guerrilla travesti en Liberia toma elementos de las prácticas bisexuales de los witch-doctors [suponemos que Sai Baba ingresa cómodamente en este grupo hermafrodita], de la confusión sexual adolescente, de los ritos de pasaje, y de descabelladas creencias en las que tener dos identidades "confunde a las balas".
El otro elemento es dar miedo en una guerra civil que en 10 años lleva ya 150.000 muertos y 25.000 mutilados. Un joven vestido con ropa de mujer en el campo de batalla pretende dejar en claro: soy capaz de cualquier cosa, soy impredecible. Tan impredescible como una mujer.
"My Bob", un mapamundi de guiños, sangría rojo Trapal.
"Dame un poco de tu acné" - les suplica el fantasma a los perversos colegiales que van a aterrarse de noche al cementerio. Ésta no se la esperaban: el fantomas es Maurice Juvet, haciendo bobsleigh temerario por el hueco de una escalera en espiral. Los traviesos adolescentes de colegio anglo-argentino huyen a la gran carrera y en zig-zag.
- "Voy hacia el Olimpo de mis ensoñaciones" grita, mientras le sale Coca Diet por la nariz.
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