Su grupo de otakus -adictos/expertos a los videojuegos- estaba pasando una mala racha: no podían tener sexo con chicas reales ni con chicas pixeladas. A su vez las zombie lolitas japonesas se venían con pantalones ultralivianos, se estaban poniendo de moda usar colas de pato reales en los traseros y las uñas se decoraban ya en 2-D [el 3-D llega en 2005].
En ese estado de cosas, Saikaku intentó llamar a una prima pero la cantidad de decoración del celular le complicaba digitar bien los números. Su frustración la coronó la mirada desaprobatoria de un caniche atorrante al que le habían teñido las orejas de violeta.
Saikaku peinó sus entradas imparables y elevó los ojos al cielo nipón. Sólo una nube huérfana y atea le hacía unos guiños con su único ojo.
Los culos punk japoneses son los mais faroleros do mondo. Tantos apparatchiks para terminar calentando la silla de un cubículo 8 horas por día en los próximos 40 años.
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