domingo, agosto 29, 2004

Blumberg hizo una promesa frente a la tumba de su hijo

Y salvo cumplirla, ¿qué cosa puede importarle a Blumberg a esta altura? Una marcha en sí no incide en el humor de bandas de secuestradores sino en el de los que ocupan un turno en la Rosada. Está bien que el gobierno estime que los millones de firmas que apoyan a Blumberg se transformarán en votos en contra. Si no es a presión, ciertas soluciones no llegan. Aun así, ciertas soluciones, nunca llegan. A grandes rasgos, el leit motiv de un gobierno es perpetuarse en el poder de cualquier manera: se ataca primero el problema más molesto no el más grave, en el mejor de los casos. Por lo tanto, suffer little governors!

"La señora forma parte de una Argentina que descubre el dolor cuando le toca" le contesta -cual inspirado Catón- Anibal Fernandez a la madre del Nicolás Garnil, que le exige desencajada más seguridad al gobierno de Kirchner tras el secuestro de su hijo. Esa respuesta puede ser elegante pero embarra la cancha insidiosamente. El punto que se trata ahora no es cuánto compromiso social tienen estas familias de San Isidro, sino si el gobierno está en condiciones de garantizar seguridad mínima en las calles. A este tren uno no tiene motivos para creer que si. Quizás el gobierno esté haciendo mucho por solucionar el problema. Quizás las purgas en la policía, quizás la interna con Duhalde, hayan dado como resultado la industria del secuestro. Acaso, un posible reemplazante como Lopez Murphy pueda hacer aun menos. O tenga otros problemas, de mayor o menor gravedad. ¿Quién puede saberlo? Sólo queda exigir a los que ahora ocupan sillones que hagan bien su trabajo. Ojalá puedan. Sino habrá que amonestarlos con el voto, implacablemente.

¿Por qué las organizaciones de derechos humanos, el CELS, las Madres del Dolor no marchan por la misma vereda que Blumberg y su "brigada ciudadana"? ¿Estarán pensando: "Vos no viniste a las marchas por los desaparecidos, yo no voy a las marchas por tus hijos secuestrados"? ¡Qué pena! Son víctimas de la misma industria del secuestro: estatal en el 70, privada en 2004.

Mientras tanto el oficialismo tira ramitas al fuego para acentuar estas diferencias. Cuando no den pie con bola en un asunto recurrirán al antiquísimo dividir para gobernar. ¡No le hagan juego señores! A los secuestradores no les importa si tu dedo es de la mano izquierda o de la derecha.



Quizás sea necesario recalcar esta vez que lo que sigue guarda cero relación con lo anterior. "Mi cuerpo está hecho una máquina de amar" no es nada comparada a "esta máquina está hecha para amar". Hay diferencias entre organizaciones de derechos humanos, hay discriminación por gradaciones de negro entre africanos, entre estilos gays y desde luego hay diferencias irreconciliables acerca de qué podría ser una relación sexual: Máquinas de Sexo construidas por "gente normal". Las explicaciones de los orgullosos creadores parecen salidas de un neuropsiquiátrico, sector agudos: "Y además, ¡no se cansa nunca!", "Sirve para mujeres, gays, parejas que no tienen sexo, prisiones de mujeres, etc.", "Ésta se programa con unos archivos .wav que permiten elegir el ritmo del accionar de la máquina". ¿Cómo no se nos ocurrió?

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