viernes, julio 09, 2004

El escritor en el bosque de ladrillos


Hice una escala en tus elipses,
arlequines y eclipses, Esther.

Voy con el haircut adecuado a una conga brava. Me abro paso en un punto estratégico de la barra rebosante de facinerosas caripelas y putas baratas. Exijo un "Belfast Car Bomb" y lo ingiero con actitud enérgica.

Algo diabólico se cuela en mi visión periférica. Son las infartantes elipses de una rubia pavoneándose en la rasposa mesa de billar. Me parece percibir señales inapelables de que esta blonda chupacabras requiere de mis servicios inmediatos. El sólo obstáculo es que sea la favorita del malo maloso Gabino "Cucaracho" Reyna Uribes -el narco-cafishio que más fuerte pisa en Chilpancingo de los Bravos- que guardabosquea con sus sanguinarios secuaces, el "Pocaluz" Arellano y el alopécico Palomón "Metralleta" Arriola Espinosa desde la grasosa mesa contigua.

Las cosas no mejoran porque la rubia trotona me arroja un alevoso besito delante de esa comparsa de monigotes mal disfrazados. Me acerco pechando a un par de delicados y tomo a la buscona por detrás, como si clavase una bandera americana, apoyándome escandalosamente en mi nueva propiedad: sus entrenadas nalgas de yegua. Con una mano me adueño de sus duras domingas y con la otra elevo el dedito amenazante a Gabino, que luce inadmisiblemente portorriqueño con su bigotito insolente. El "Cucaracho" y sus satélites disfuncionales se levantan como muñecos a resorte desenfundando arma blanca.

-¿Qué pasa "Cucaracha"? Era sólo para avisarle a esta sana comunidad que esta blanca tratada tiene nuevo dueño. Bueno ya, buen provecho, termina de comerte esa rata..¿o es acaso, tu bigote?-

Parece que el Gabino no quedó satisfecho con mi acto conmemorativo o con que lo haya llamado "Cucaracha" en vez de "Cucharacho". Lo cierto es que se me lanzaron los tres como cobras enfurecidas y me aplicaron unas 150 puñaladas, mínimo. Antes de partir hacia ultratumba, le di un último sorbito al "Belfast Car Bomb" porque asumí que en el Cielo no iba a haber alcohol del bueno.

Pero en eso también me iba a equivocar. Acá con San Pedro, se la pasa bien. No faltan las acciones militares con señoritas filipinas de moral distraída ni la alta mamúa. También se me permite ejercitar mi pluma, con su inagotable catarata de chorradas trepanando oídos desprevenidos.

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