viernes, julio 15, 2005

Puro piupiupiu

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I. Tapas de casetes hechas mano por Pepe, el tenso

II. Zoología y topografía de Tlön, cosmos imaginado o no por Borges: tigres transparentes y torres de sangre, pero según reza el reporte "no merecen, tal vez, la continua atención de todos los hombres."

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III. Barrio de Quilmes, pasando el Polo Petroquímico, el CEAMSE y el Riachuelo, choqué con un bulto que saqué del basural, era mi novia para los próximos años. Rodando por el muelle del Pejerrey Club, donde pisa fuerte el alfajor Capitán del Espacio. Su dibujito, intacto desde el 50, decoración posible de un V2 de Von Braun.

Junto a la garrafa,
comunitaria,
Guaymayén barato,
alfajor de cancha.

Capitán del Espacio,
aprobados por Quique Dapiaggi,
su plato galáctico,
que dure para siempre,
el juego consiste,
en juntar las miguitas.

IV. He heredado una colección de libros absurdos, verbigracia: Parábola Pirámide. Manual para cruzar entre las esfinges, donde el autor presenta "un interesante fruto metageométrico con el interesante aporte vitamínico..." para solucionar todas las grandes preguntas de la humanidad.

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V. La Guerra de los Mundos. Ensayo una crítica de la película sin ir a verla. Apenas Susan Sarandon abra sus grandes ojos, los marcianos atacarán la Tierra buscando novedades golosinísticas. Una patrulla de alienígenas –que avisan cuando atacan- se queda hipnotizada por unas dicroicas en el barrio Parque Centenario [barrio poco explorado]. El dueño del negocio de luces es Tom Hanks, en silla de ruedas, matándose a pajas, comiendo bondiola o jamón crudo español de chancho engordado con bellotas, cibersilencio. Convención de Ginebra atento, los marcianos lo fusilan con un aire comprimido. Finalmente cuentan las costillas con un palo, a carcajadas. Pero se ponen tristes y lo reviven, porque estos marcianos son malignos no sádicos.

- Has conocido la muerte, ¡adios tonto! Vuelvete a Pepsilombia- se despiden.

Tom se queda mirando el humito que hay, señal de que el mal ha visitado. Mi informe sobre cine visto con tercer ojo concluye aquí.

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