jueves, marzo 25, 2004

Sin piedad con las mayorías

Uno de los extraños efectos de haber hecho un poco de terapia lacaniana [en la época en que tenía que hacer porque yo administraba terapia también] fue hacerme de Boca. Esta terapia que apunta a la disolución del sentido [la justificación llorona del propio sufrimiento] deja algo asi como "enlaces libres" y a uno le entran ganas de "hacer cosas". Yo era tradicionalmente de River, pero me hice simpatizante de Boca simultáneamente, entre otras cosas por la incorporación del "Pájaro" Caniggia que siempre me cayó bien. Ahora soy de River exclusivamente por identificación con el "Matador" Salas.

Esta identificación al rasgo [y no a la totalidad] es para la mayoría de la gente intolerable. Por ejemplo tengo admiración tanto por la aviación israelí como por la guapeza palestina. Soy conciente que las cosas así presentadas, no dejan satisfecho a nadie.

En líneas generales siempre he sentido altísimo respeto por los grupos étnicos minoritarios que luchan por su autonomía: fui mujahidin checheno, fui kurdo contra Saddam, fui vIetcong contra los yankis y obvio ciertos nombres para no herir susceptibilidades.

En los mundiales soy hincha de Escocia, Bolivia y de cualquier pais africano.
Me encanta que pierda Italia.


El que no está preparado para morir, no está vivo.
[Acá había un bravo guerrero talibán a caballo, ¿que pasó]

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